“Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las soñadas en tu filosofía”.
Hamlet, Acto I, escena V."
La divisibilidad y fusionabilidad del embrión no sólo es un campo apasionante de investigación sino que repercute sobre el concepto científico de persona y los mitos espiritualistas alrededor del ser humano como el "alma". La creencia religiosa más difundida es que en la fecundación entra al óvulo una única alma que, según la Enciclopedia Católica, es "el principio interior fundamental por el que pensamos, sentimos y deseamos, y por el que nuestros cuerpos son animados". El alma dejaría el cuerpo sólo tras la muerte para cumplir su destino espiritual. Por eso el creyente rechaza el aborto temprano y la desconexión tras la muerte cerebral: ese puñado de células, y ese cuerpo vegetativo serían personas.
La realidad de la gestación humana es incompatible con el espiritualismo. Cada célula madre de un embrión pueda originar un ser humano independiente, lo que permite considerarlo no como una persona sino más un "racimo de seres humanos en potencia". Cada célula sería un "humano completo" o "parte de él" dependiendo de si se separa o se deja en la blástula original. Que cada célula madre pueda generar un individuo muestra el vacío del concepto metafísico de "alma" al inicio de la gestación.
La fusión de embriones también contradice el espiritualismo. Dos embriones con dotación genética diferente pueden fusionarse en una "quimera": un ser humano producto de fusionar dos.
Cuando los embriones tienen distinto sexo, la quimera puede resultar hermafrodita.
El problema para el espiritualismo radica en que los embriones iniciales no mueren; cada embrión (con su hipotética alma) se adhiere al otro manteniendo su identidad genética. Como el cristianismo cree que el alma abandona al cuerpo cuando muere, y como ninguno de los embriones muere al fundirse, cada zona corporal derivada de cada embrión mantendría su "alma" original. Sería un ser humano con una personalidad, una razón, una voluntad y dos almas. El mito precientífico del "alma" no puede dar cuenta de los fenómenos que descubre la ciencia.
Como idea al margen, el hermafroditismo refuta los dogmas religiosos para la discriminación por orientación sexual. A pesar de incontables especies con hetero, bi, y homosexualidad natural, los creyentes declaran que la homosexualidad es una aberración "contra natura" porque la Biblia dice de Dios que "hombre y mujer los creó".
Dejando a un lado la irrelevancia ética de la Biblia y sus incontables atrocidades, la “Sagrada Escritura” ignora el hecho científico de que no todas las personas son hombres y mujeres: los hermafroditas son personas nacidas naturalmente con ambigüedad genital o sexual, sea por quimerismo o por alteraciones cromosómicas, que pueden presentar testículos y ovarios a la vez, e incluso una abertura vaginal justo debajo del pene. Ellos son el contraejemplo de que la persona es creada sólo como hombre o mujer, no obstante que estas sean las formas más frecuentes.
Los hermafroditas generan cuestiones teológicas interesantes: un individuo dotado naturalmente con ambos tipos de gónadas puede tener parejas de ambos sexos. ¿El plan divino no cubre a estas personas? ¿Qué hubieran hecho las tribus israelitas con un hermafrodita, siendo su divinidad tan neurótica e intolerante a las mezclas (Lev 19,19) que prohibía sembrar plantas distintas en una misma parcela, e incluso prohibía tejer mantos con dos fibras distintas?
A pesar de las anomalías presentadas hasta ahora, el creyente podría suspender su juicio en el caso de las quimeras y aferrarse a la idea de que cada persona tiene un única alma, así como tiene una única voluntad... y aquí surge el ejemplo más asombroso de todos: los tipos de gemelos unidos
(1), conocidos coloquialmente como "siameses", que surgen cuando no hay separación perfecta de embriones en el proceso de formación de gemelos.
La teología no tiene problema en el caso más simple de dos cabezas bien diferenciadas: la fe asume un alma “por cabeza" (
ver imagen aquí). Casos incluso más horripilantes, como los monocéfalos lambdoideos (
ver imagen aquí) con una sola cabeza y dos cuerpos, encajan en esta creencia. Si un individuo así sobrevive al parto, la religión no duda: un cráneo, una persona, un alma. A veces, incluso, no hay dos cráneos separados, o uno solo, sino un par de gemelos unidos por la cabeza, o “craniópagos”. Incluso este caso tiene salida religiosa cuando hay dos cerebros independientes en el interior de la bóveda craneana fusionada; el creyente puede argumentar que hay dos cerebros, y dos personalidades distintas.
No obstante estos ejemplos justificables por la fe, la realidad resiste a ser encasillada en creencias míticas. A veces, el desarrollo embrionario hace que dos hermanos craniópagos tengan cerebros fusionados. Por ejemplo, el caso de Krista y Tatiana Hogan (
ver imagen aquí) que comparten algunos lóbulos cerebrales y tienen unidas las partes superiores del tronco encefálico, de modo que ambas sienten hambre al mismo tiempo y si una de ellas es alimentada, la otra comienza a succionar con su boca.
(2) La actividad cerebral las gemelas no es independiente, sino que forman una especie de mezcla personal. ¿Qué sentido tiene decir que hay "dos almas" cuando la actividad cerebral de unos gemelos craniópagos está tan entremezclada que ambas maman a la vez? ¿Dónde está la independencia de deseo y animación corporal de la supuesta "alma" única e indivisible?
La ciencia explica lo que la religión no puede: la actividad neuronal de un par de cerebros fusionados está interconectada. Es imposible hablar aquí de "dos personas independientes", porque los cerebros no lo son. Eso explica la coordinación en el reflejo de succión y muestra que no son almas mitológicas las que deciden independientemente cuándo mamar, sino que un mismo centro básico cerebral compartido hace que ambas mamen y sientan hambre simultáneamente. Estas personitas mezcladas no son el resultado de "dos almas mezcladas" (imposibilidad teológica) sino el resultado de un par de neurocomputadores fusionados en un solo cráneo.
Los craniópagos llegan a extremos inconcebibles para los creyentes en un mundo diseñado perfectamente por un “Diseñador Inteligente” y amoroso. En ocasiones, los desarrollos embrionarios de los craniópagos son asimétricos y originan un “gemelo parásito” que carece de órganos vitales como corazón y pulmones, y parasita el suministro sanguíneo de oxígeno y nutrientes al corazón de su hermano desarrollado. Ha habido dos casos recientes. El primero es el de Manar e Islaam Maged, nacidas en Egipto (
ver imagen aquí). Islaam era una craniópaga que parasitaba a Manar (se encuentra un
vídeo estremecedor aquí). Sin intervención quirúrgica, las dos niñas estaban condenadas a muerte, pues el corazón de Manar no podría brindar el suministro sanguíneo a Islaam. Tras lograrse la primera intervención quirúrgica exitosa de separación, Manar sobrevivió un año y murió por una infección derivada de una cirugía posterior.
Otro caso aterrador fue el de Rebeca Martínez
(3) (
ver imagen aquí), otra niña con un parásito craniópago menos desarrollado que Islaam Maged, que no obstante tenía ojos, nariz y labios incipientes, y que incluso movía los labios cuando Rebeca lo hacía. Este parásito tuvo que ser removido porque crecía más rápidamente que el cráneo de Rebeca. Una cabeza parásita con rasgos faciales y cerebrales incipientes, adosada a un niño por lo demás normal, que inicialmente era indistinguible de un embrión dividido imperfectamente, muestra cuán absurdos son los alegatos de quienes dicen que todo zigoto es “una persona en potencia” por conceptos religiosos como el “alma” que no tienen ninguna base racional ni científica.
Tal vez el caso más extremo y aterrador de todo el “bestiario” de las anomalías obstétricas es el “fetus in fetu”; que se origina por división incompleta de un embrión en la que uno de los “hermanos” se gesta en el interior del otro y termine parasitándolo internamente. Su desarrollo, al estar confinado al interior del cuerpo del hermano, termina siendo anómalo. Muchos casos suelen pasar desapercibidos, pero en otros terminan aterradoramente evidentes, como el de Sanju Bhagat
(4), de India (
ver imagen aquí). Inicialmente se pensó que tenía un tumor abdominal, pero el médico que lo operó se llevó una sorpresa al encontrar entre una abundante masa sebácea un hermano de Sanju (
ver vídeo aterrador del procedimiento aquí), que aunque no tenía el cráneo desarrollado, tenía huesos largos, manos y pies desarrollados, uñas, dientes, genitales y cerca de dos libras de cabello.
Este es un ejemplo extremo de cuán ingenua es la postura creyente de que todo zigoto es una "personita" porque “al dejarlo desarrollar libremente” genera un bebé. En caso de Bhagat, su desarrollo uterino natural hizo que su hermano terminara como un tumor humano, casi un teratoma. El puñado de células incorporadas en Bhagat, que cualquier creyente hubiera llamado “bebito indefenso” produjo un parásito acéfalo sin cerebro y sin mente, que crecía succionando oxígeno y nutrientes de su hermano como en la peor película de terror imaginable. Nadie en su sano juicio, ni siquiera el creyente más fanático e irracional, podría llamar “bebé indefenso” a la masa amorfa y anencefálica que se muestra en el vídeo, aunque no dudarían en darle ese calificativo al pedazo de embrión que la produjo. Es otro ejemplo más de las incoherencias que producen los dogmas religiosos cuando ignoran los hechos científicos.
Si algo se puede deducir de los casos extremos de la obstetricia moderna es que el ser humano es más parecido a una receta de larga cocción que a un “ente material de naturaleza racional con alma inmortal”. El ser humano es el resultado de un programa codificado en el ADN, que al final de un largo proceso puede producir el encantador bebé que se imaginan todos los activistas provida cuando luchan contra el aborto temprano, pero que también puede producir las aberraciones presentadas en este artículo.
De otro lado, la “persona humana” es algo mucho más gradual. La graduación de los gemelos unidos muestra un continuo perfecto:
- Hermanos con cuerpo unido pero cabezas separadas (dos personas).
- Hermanos con cuerpo unido en la cabeza pero encéfalos separados (dos personas).
- Hermanos con cerebros fusionados (dos personas mezcladas incluso en sus sensaciones).
- Hermanos parásitos con cerebros fusionados (dos personas mezcladas, una parásita)
- Individuos con un parásito acéfalo en su interior (una persona, a pesar de los dos cuerpos).
El concepto religioso de “persona” y “alma” pierden todo sentido ante la gradualidad de la existencia mental humana. Sólo la obstetricia y la neurología permiten una comprensión de estos casos marginales de la vida humana, que la mitología de un pueblo de criadores de cabras de épocas precientíficas nunca hubiera comprendido.
Notas
[1]. Se encuentra una taxonomía muy completa de este tipo de anormalidades en:
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-75262002000500012&script=sci_arttext
[2]. Para mayor información visite este enlace de
Body & Health Canada